Primeros dientes

Aunque aún no sean para toda la vida hay que enseñarle a los niños a cuidarlos.

Esos dientecitos de leche que tanta ilusión te hacen cuando salen, los que cuentas como si fueran trofeos («¡ya tiene cuatro, cinco, ocho!»), cumplen funciones insustituibles aunque no sean para toda la vida. No sólo sirven para triturar los alimentos, también son claves en la adquisición del lenguaje. A los dos años habrán aparecido la mayoría de las 20 piezas que componen la dentadura de leche, y las que faltan lo harán a lo largo de este año. Ha llegado el momento de enseñarle a tu pequeño a cuidarlos.

La alimentación
Cuidar la alimentación de tu hijo es cuidar sus dientes. El exceso de carbohidratos y sobre todo los azúcares son los más perjudiciales. Son comunes las caries en los pequeñines que comen demasiados dulces, pero también en quienes se duermen con el biberón en la boca. En realidad el azúcar por sí misma no provoca las caries. Las bacterias que habitan en la boca se alimentan de azúcar, y son los productos de desecho de esa digestión, unos fuertes ácidos, los que atacan el esmalte, la dentina, después la pulpa… Pero si cepillamos los dientes justo después de cada comida y antes de dormir, evitamos la producción de estos ácidos.

Hay niños que pese a una buena  alimentación e higiene tienen caries porque su esmalte no es bueno. Este problema no tiene cura, pero con  fluorizaciones, se puede ralentizar el el avance de las caries.

Lavarse… con ayuda
Un minuto de buen cepillado puede ser suficiente para prevenir las caries a esta edad. Ya puede hacerlo él solito.

¿Cómo cepillar? Del rosa al blanco, es decir, de la encía al diente, todas las piezas por la cara externa e interna, y las muelas además por la cara que tritura. Sin olvidarnos de la lengua. Ellos cepillan la cara externa de los dientes centrales pero dejan muchas zonas sin tocar (además, siempre las mismas). Así que cuando acabe, le sentaremos en un taburete, nos sentaremos nosotros también y colocaremos su cabeza en nuestra pierna de forma que podamos ver toda la dentadura. Dedicaremos un minuto a cepillar con cuidado y cariño las zonas a las que él no llega, al menos hasta los seis años. A ellos les gusta, es un momento de acercamiento.

¿Con qué cepillo? Lo haremos con un cepillo infantil, al principio sin pasta o con muy poquita (una lenteja), por el peligro de que se la traguen. Si lo hacen a menudo, se corre el riesgo de que aparezca un antiestético moteado en los dientes. El cepillo eléctrico es una opción muy cómoda y eficaz para cepillar a otra persona.

¿Cuándo? Lo ideal es hacerlo después de cada comida, pero más vale una vez bien que cinco mal. Nos aseguraremos de que el cepillado de la noche, el más importante del día, sea exhaustivo.

La regularidad
Una caries no se forma por comer dulces un día ni por dejar de cepillarse dos. De igual forma, cepillarse dos días no evita ninguna caries ni protege la boca. La salud de sus dientes es cuestión de hábitos.

La regularidad es fundamental. Sé constante durante unos años, hasta que tu niño pueda cuidar su boca solo. Ponle el ejemplo y háganlo juntos.

Usarlos mucho
El órgano que no se utiliza, se atrofia. Y la dentadura no es una excepción. La edad de las papillas y la comida blanda ya pasó, y tu pequñín  de dos años ya tiene una dentadura completa, o casi completa, para usarla. Cuando el niño usa sus dientes de leche estos se fortalecen, crecen de forma más armónica y cuando lleguen los dientes permanentes cabrán mejor en su boca.

Si pierde uno…
Cuando se pierde un diente de leche suele ocurrir que las demás piezas dentales se muevan para cubrir ese hueco, con lo que el diente definitivo se queda sin espacio para crecer, y toda la dentadura se ve afectada. Es importante preservar ese hueco hasta que el diente sea reemplazado por el permanente. Pues incluso puede afectar su forma de hablar.

Para cuidar las encías
El cepillado regular es el mejor cuidado de la encía. Cuando aparecen los dientes las encías suelen inflamarse y a veces requieren ser limpiadas con un antiséptico; pero normalmente la higiene del diente es el mejor cuidado de la encía. La razón es simple: un diente sano no da problemas a la encía.

¿Qué hacer con un golpe?
Acudir al dentista. Las lesiones en los dientes de leche duelen muy poco y a veces no se ve el daño aparente, pero las consecuencias pueden ser serias. Los golpes pueden dañar los vasos y nervios que alimentan al diente en su raíz, lo que hace que este deje de ser irrigado. Con el tiempo se puede necrosar y aparecer una infección que afecte al diente definitivo.

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